jueves, 3 de mayo de 2012


Anatomías reedificadas

El arte no es una cosa sino un camino.
Elbert Hubbard

Hace algún tiempo que vengo siguiendo el trabajo de este joven creador, Carlos Santos; tal vez por un impuLso natural del que codicia lo que el otro tiene (talento creativo). Es así como, a lo largo de casi seis años, he tenido oportunidad de apreciar esta novel trayectoria en desarrollo, percibiendo siempre en su trabajo el interés genuino de quien se impone a toda adversidad través de la creatividad, supliendo la escolaridad por un plan personal de aprendizaje.

La obra actual de Carlos Santos es resultado de esa inquietud que lo ha llevado a explorar distintos medios formales; sin embargo, todos ellos están vinculados a través de un discurso, que en este caso se entiende como concepto y forma: el cuerpo.

Cada pieza es en sí, una exploración de la forma del ser vivo, visto desde una perspectiva inversa, desde lo que no es aparente, sino interno, los compuestos que conforman a la masa denominada cuerpo y que conocemos como carne; esa estructura complicada integrada por músculos, piel, tendones, huesos, ligamentos, nervios, cerebro y médula espinal. Pero su traducción visual no se trata de reporte fiel a la realidad por pretensiones médicas o académicas, sino de un trabajo de reinterpretación intuitiva sobre las formas y sus funciones.

La selección de obra se compone de tres grupos formales: el dibujo, el bordado y las cajas lumínicas. El dibujo se plantea a partir de un trabajo de aparente “naturalismo”, en el que a través de las licencias plásticas crea una realidad o una anatomía simulada de los diversos órganos; las redes de conducto sanguíneo o venas se extienden más allá de la propia territorialidad de la hoja de papel y se entrelazan y se tejen para configurar enzarzadas estructuras; ello realizado mediante en una técnica en dos planos en la que mezcla el “esfumato” de carbón y grafito con un delicado trabajo de línea a tinta o lápiz, creando a la vez una forma y una atmósfera.

La necesidad innovadora en su trabajo lo llevó a los campos expandidos del dibujo, encontrando una forma de sustitución de la línea a través del hilo, en el que el bordado suple la tarea misma de dibujar, y en la que la disciplina se reintegra en transgenericidad para hallarse dentro de más de una categoría artística. Esta labor nos acerca a una faceta íntima que lo afecta en la parte materna, de quien aprendió a entender este asunto como una manera de construir sus enlaces para explicar a través de lo doméstico lo artístico. Sus entrelazadas líneas se abren en la superficie de la tela a manera de mandalas o diagramas de estudiados equilibrios y simetrías, en los que los trazos se hacen notorios en diversos niveles visuales.

En este mismo sentido encontramos una cajas de luz en las que se presentan dibujos translúcidos, y en los que se aprecia la sustitución de la línea por pequeñas perforaciones, creando las calidades del trazo a través de los calibres del elemento punzante (aguja), y cuyos rastros dejados a manera de múltiples perforaciones, son en sí las descargas persistentes de la idea; creando a través de las líneas formas orgánicas reconocibles o transmutadas.

Es así como los distintos elementos que conforman la muestra, nos permiten entender un trabajo que va de lo tradicional a lo ingenioso, generando una nueva iconografía transferible de un soporte a otro, dentro de una sólida propuesta que se sostiene en lo conceptual, y la cual se viste a través de la mixtificación y la articulación combinatoria y de medios expresivos formales, expandiendo el dibujo a campos impensados.

Rafael Alfonso Pérez y Pérez